Por Alberto Aguirre//Opinión//eleconomista.com.mx
Un cúmulo de encuestas cobijó el mito de la invencibilidad de Claudia Sheinbaum y con los mismos instrumentos, sus autores trataron de extender esa narrativa a las nueve entidades que concurrentemente acudirán a las urnas, el próximo domingo 2 de junio.
El Plan C condicionó a las campañas estatales de Morena, incluso desde la selección de los “coordinadores para la defensa de la transformación”, aunque la estrategia unificada —con Iván Silva Yanome y Cesar Martínez— tuvo alcances limitados en regiones con presencia opositora. Y más en la Ciudad de México, Morelos y Veracruz, donde la desaprobación a los gobernadores y el mal desempeño de las candidatas, permitió construir opciones ganadoras.
Incluso antes de ungir a Xóchitl Gálvez como su abanderada presidencial, los dirigentes frentistas habían acordado que el candidato a la gubernatura de Veracruz fuera siglado por el PRI, mientras que el PAN haría lo propio en la CDMX y el PRD en Morelos.
José Yunes Zorrilla se puso al frente del bloque opositor en Veracruz, Y la finca paterna, en las faldas del Cofre de Perote, alojó a su comando de campaña, al que aportaron José Antonio Meade, Virgilio Andrade y Pepe Toño González Anaya —también veracruzano de cepa— a la campaña de contraste que siguió las líneas estratégicas trazadas por el exconsejero presidente del INE, Luis Carlos Ugalde.
Los peñistas… ¿de regreso a la contienda electoral? “Más bien, una generación de itamitas que sigue vigente y que tiene la mira puesta en el 2030”, acota uno de involucrados, quien confirma que antiguos integrantes del consejo de alumnos de esa casa de estudios fueron llamados por su amigo a participar en la intentona de derrotar a Morena en uno de sus bastiones.
En Morelos, la senadora Lucy Meza dejó las filas morenistas para aceptar la candidatura frentista. Y pudo integrar a operadores de los tres partidos. José Luis Guevara Muñoz, expriista de Hidalgo, se encargó de conjuntar la estrategia de tierra, mientras que Carlos Mandujano —recomendado por el exgobernador Graco Ramírez— convenció a la candidata de aparecer en unos spots que parodian a su rival, Margarita González Saravia, y al gobernador Cuauhtémoc Blanco.
Mandujano llegó a Morelos hace dos meses tras de su exclusión del equipo de estrategas de Xóchitl Gálvez. El coordinador de la campaña presidencial, Santiago Creel Miranda, intentó que Alejandro Quintero tomara las riendas de la comunicación frentista, que también quiso dirigir la ex vocera calderonista Alejandra Sota.
La exsenadora hidalguense decidió seguir con el grupo compacto que la acompaña desde su paso por la delegación Miguel Hidalgo, donde suman esfuerzos Aldo Campuzano, Pico Covarrubias y Vladimir Ramos.
Xóchitl se resistió a aceptar refuerzos, hasta el último mes de la campaña. Destacamente, el exjefe de la Oficina de Los Pinos, Liébano Sáenz, y una misteriosa asesora, que la preparó para el tercer debate.
Aislado de esos esfuerzos, Mandujano reparó en Cuernavaca. Roberto Trad —con quien hizo mancuerna en el Estado de México— tampoco participó en la campaña presidencial, pues enfocó sus arrestos a las candidaturas frentistas de Yucatán.
Paradojas de la consultoría política: los asesores de las candidatas por la gubernatura del Estado de México, hace un año, volvieron a aplicar sus técnicas en estos comicios… para bandós opuestos. Mandujano, Covarrubias, Roberto Trad y Francisco Sarmiento estuvieron con la priísta Alejandra del Moral.
En víspera de los cierres de campaña, las tendencias mostraban que Veracruz y Morelos mantenían una ventaja para los candidatos oficialistas, mientras que en Yucatán y la Ciudad de México se esperaban contiendas muy cerradas. Santiago Taboada incorporó a su equipo a Rafael Giménez Valdés, pollster del PAN que sirvió en Los Pinos durante el calderonismo.
Sarmiento y su socio, Ricky Arango, ahora trabajan para Clara Brugada.